Mujer midiéndose la cintura

Alimentación, microbiota y regulación de la inflamación. 2ª parte

La microbiota intestinal está formada por un complejo ecosistema de bacterias, hongos y virus (34) capaces de realizar la regulación de la inflamación. Durante mucho tiempo los estudios han centrado su atención en las bacterias, pero cada vez más el microbioma fúngico y viral están ganando importancia. El microbioma fúngico (micobioma) es una parte integral del ecosistema gastrointestinal con hasta 10 millones de microorganismos por gramo de heces.  Anteriormente, los hongos se habían visto como microbios patógenos y su papel comensal había sido despreciado. Ahora es evidente que la microbiota fúngica comensal es una parte importante del ecosistema gastrointestinal humano.

Se cree que las especies de hongos comensales predominantes son Candida spp., Saccharomyces cerevisiae y Malassezia spp.; mientras que fueron clasificados como patogénicos Aspergillus spp., Mucor spp., Cryptococcus spp., Rhodotorula spp., Trichosporon spp., Histoplasma spp., Coccidiodes spp., Paracoccidioides spp. y Blastomyces spp (35).

Numerosas interacciones entre hongos y bacterias y su compleja respuesta inmune gastrointestinal están relacionadas con la fisiopatología de la enfermedad inflamatoria intestinal y otras entidades inflamatorias gastrointestinales como úlceras pépticas (36). Las micotoxinas generadas como metabolitos fúngicos contribuyen a trastornos del sistema inmune y alteraciones de la barrera gastrointestinal y están asociados a condiciones crónicas inflamatorias intestinales, infecciones fúngicas secundarias, cáncer hepatocelular y cáncer esofagogástrico (37).

Las técnicas de secuenciación de nueva generación permiten acceder a un importante conocimiento sobre la parte viral del microbioma (Virom)

En un estudio con pacientes con obesidad, se encontró una relación con diferentes hongos. Mucor racemosus y Mucor fuscus fueron las especies más representadas en sujetos no obesos en comparación con sus homólogos obesos. Curiosamente, la disminución de la abundancia relativa del género Mucor en sujetos obesos era reversible en caso de pérdida de peso (38).

Por otra parte, gracias a la llegada de las técnicas de secuenciación de nueva generación se está accediendo a un importante conocimiento sobre la parte viral del microbioma (Virom). Este ecosistema viral codifica un gran repertorio de funciones que van desde la virulencia bacteriana hasta el mantenimiento de la estabilidad del ecosistema hospedador-microbioma (39). Este Viroma intestinal humano se define como la población total de virus (o partículas similares a virus) asociadas con la antes llamada microbiota. Está formado por ARN y ADN virus eucariotas y virus bacteriófagos (40). De hecho el Viroma entérico se encuentra en un equilibrio dinámico con otros elementos del microbioma y del sistema inmunitario intestinal, jugando un papel clave en la salud y la enfermedad del huésped (41). Por ejemplo, la carga de Anellovirus (un ADN virus eucariota) se correlaciona directamente con inmunosupresión (40).

Por otro lado, la microbiota intestinal contiene varios virus bacteriófagos que, en adultos sanos, consisten sobre todo en miembros de la familia Caudovirus y también miembros de la familia Microviridae. Estos bacteriófagos en las cantidades adecuadas se han asociado al mantenimiento del ecosistema microbiano. Los cambios en la composición de la comunidad bacteriófago entérica se han asociado con enfermedad de Chron y colitis ulcerosa (40). Este importante rol de los virus parece que no solo está relacionado con el aparato digestivo y su microbiota, sino que también con otros tejidos corporales como por ejemplo el tejido adiposo.

En un estudio realizado en el Hospital Dr. Josep Trueta de Girona, los investigadores encontraron una asociación significativa entre la presencia de mayor número de receptores para Coxsackie y Adenovirus en tejido adiposo de personas con obesidad que en tejido adiposo de personas delgadas (42). Una asociación similar encontraron en otro trabajo donde se estudiaba la relación entre obesidad y el mediador de entrada de Herpes virus, un miembro de la superfamilia de receptores del factor de necrosis tumoral (TNF) (43).

A pesar del poco tiempo que hace que se estudia el Viroma humano y la poca profundidad con que se conoce, ya se han realizado en modelos animales algunos estudios con dietas. Concretamente, en murinos, se realizó un estudio con una dieta alta en grasas pensada para inducir disbiosis, y se vió un incremento de la población de virus bacteriófagos (44).

Uno de los mecanismos descritos por la regulación de la inflamación a través de los helmintos en el tracto digestivo es la producción de la citoquina IL22 

Finalmente, en el complejo ecosistema intestinal encontramos parásitos como protozoos y helmintos que también tienen un papel clave en el funcionamiento normal del sistema defensivo y de la propia microbiota. Por otra parte, la microbiota participa directamente en el control de las infecciones por parásitos, especialmente de protozoos (45).

Contrariamente a lo que se podría pensar clásicamente, las diferentes especies de gusanos o helmintos que conviven con el hospedador en el tubo digestivo junto con la microbiota son indispensables en cantidades óptimas, en una función inmunitaria correcta para evitar alergias y reacciones autoinmunes ( 45). En particular, uno de los mecanismos descritos por la regulación de la inflamación a través de los helmintos en el tracto digestivo, es la producción de IL 22, citoquina que forma parte de la familia de la citoquina IL 10.

Los efectos de IL 22 son especialmente importantes en la regulación de la respuesta inflamatoria intestinal a través de la producción de péptidos antimicrobianos, en el mantenimiento y regeneración de la barrera intestinal y en la reparación de heridas (46). La infección con helmintos atenúa la respuesta alérgica aérea en ratones a través de reducir el número total de infiltración de eosinófilos. Este descenso de eosinófilos se correlaciona con una reducción de las citoquinas producidas por los linfocitos TH2 (47). Estos mecanismos de regulación inmunitaria, además, están asociados con el impacto que los helmintos tienen en el aumento de la diversidad bacteriana, la estructura del ecosistema y la función de la microbiota intestinal (48).

Autor: David Vargas Barrientos

Graduado en Fisioterapia
Máster en Psiconeuroinmunología
Máster en Biología Molecular y Biomedicina
Profesor y codirector del Postgrado Experto Universitario en Psiconeuroinmunología Clínica de Regenera.

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