En 1972 el psicólogo Walter Mischel, de la Universidad de Stanford, realizó el famoso “Experimento de Marshmallow” en el que estudiaba la psicología del comportamiento. El experimento consistía en ofrecerle a un niño una nube de azúcar (marshmallow) y decirle que si esperaba unos minutos sin comérsela le daría otra. Sólo el 33% de los niños eligió esperar. Y no acabó aquí. Años más tarde recogieron datos con los padres de los niños que participaron en el experimento y se vio que los niños que en su día no esperaron, tendían a sacar peores notas y tener más problemas de comportamiento en los años posteriores.
Una cosa está clara, que las decisiones tomadas de pequeños influyen en nuestro comportamiento de adultos. Ahora bien, ¿le podemos dar un nuevo enfoque a todo esto?
Hace unos meses, un gran amigo nuestro y profesor del curso de Experto Universitario en Psiconeuroinmunología y Evidencia Científica de Regenera, Pau Oller, publicó un post que hablaba de un neurotransmisor llamado dopamina y su papel en la corteza prefrontal (CPF) del cerebro. A su vez, la dopamina es regulada por una enzima del hígado, concretamente de su fase 2, la COMT o Catecol-O-Metil Transferasa. Esta enzima puede tener tres variaciones genéticas, para resumirlo de una manera sencilla: una variante que funciona muy rápido (Val158), una variante que funciona muy lenta (Met158) y una variante que funciona ni muy rápida ni muy lenta.
Si funciona muy rápida significa que el hígado desintoxica muy rápido la dopamina y por tanto tiende a haber poca dopamina en la CPF. Si funciona muy lenta significará que la fase de desintoxicación será más lenta y por tanto influirá en que habrá mucha dopamina en la CPF. Y la intermedia, como bien indica el término, tenderá a tener niveles más o menos constantes.
Y todo esto… ¿Qué puede tener que ver el experimento de marshmallow con la neuroendocrinología en los primeros compases de la vida? ¿Con la educación emocional?
Pues bien, hace un par de años, mientras estaba acabando de preparar el seminario de Pediatría, leía sobre el apego y las recompensas emocionales que requieren nuestros pequeños. Fue entonces cuando vi el vídeo de Walter Mischell y pensé: “¿tendrá que ver los niveles de dopamina en la CPF para incidir en la decisión de estos niños para comer la nube de azúcar o esperarse?”. Llamé a Pau y filosofamos durante casi 2 horas al teléfono y le concluí: “la clave es la desintoxicación emocional” y eso le entusiasmó.
Como resumen, lo expongo:
La dopamina es una hormona implicada en la búsqueda de soluciones, es motivante. La actividad de la CPF es directamente proporcional a los niveles de dopamina. Y tienen una relación de U invertida, es decir, que tanto el déficit de dopamina como el exceso de dopamina generan una disminución de la actividad de la CPF.
Vamos allá:
- Si tenemos a un niño con la variante rápida de la COMT, en condiciones normales tenderá a tener menos dopamina en la CPF y eso significará que tendrá menos capacidad de atención y concentración. En cambio, en condiciones de estrés serán niños aumentarán estas capacidades.
- Si tenemos a un niño con la variante lenta de la COMT, en condiciones normales tenderá a tener más dopamina en la CPF y eso significará que tendrá más capacidad de atención y control y por ejemplo, será capaz de seguir una recomendación y podrá anticipar más el futuro.
Da que pensar… ¿esto puede tener que ver con que haya niños que sean capaces de aguantar la tentación de comerse la nube de azúcar y otros no?
La verdad es que tiene mucha lógica y se pueden describir didácticamente dos tipos de “personalidades” (a decir verdad, me gusta muy poco generar clasificaciones en los tipos de comportamiento, pero sí que puede ayudar a comprender inicialmente).
- Los que tienen la variante rápida de la COMT suelen ser niños más impulsivos frente a retos y buscarán recompensas para aumentar sus niveles de dopamina. Aquí será clave que los padres RECOMPENSEN con AMOR al niño, la mayor recompensa que un peque busca cuando es pequeño. Potenciar sus virtudes y capacidades, ayudarles a encontrar el “elemento” de Ken Robinson con amor y seguridad. Ya lo decía Gary Chapman: debemos proteger a nuestros hijos emocionalmente no sólo físicamente.
Si no hay esta recompensa de amor por parte de los padres podría ser más fácil que estos niños se “enganchen” literalmente a recompensas más artificiales que les produzcan un aumento de dopamina como es el azúcar.
- Los niños que tienen la variante lenta de la COMT suelen ser niños más “mentales” que son capaces de tener más autocontrol, aunque eso no quiere decir que no sufran. Solamente hay que ver en el vídeo del experimento la agonía de los pequeños para aguantar la tentación!
Estos peques tienden a tener niveles muy altos de dopamina en la CPF y por eso es clave que los papás enseñen a expresar emociones, lo que a mi amigo Pau le gustó tanto: a desintoxicar emociones. Si se les enseña a manifestar sus emociones y a darles forma podrán mantener sus niveles de dopamina óptimos y podrán tener autocontrol sin sufrir.
Qué interesante sería hacer este experimento y realizar un perfil genético de la COMT para corroborar esta hipótesis. Aunque, sin lugar a dudas, por el comportamiento y la toma de decisiones ya se podría identificar. Como decimos en clase, el medicamento en los primeros años de vida en nuestros pequeños es la educación emocional. Y es que el amor se ha convertido en fisiología. ¿Cómo? Lo veremos en otro post.
Autor: Xavi Cañellas
Graduado en Fisioterapia
Máster Psiconeuroinmunología Clínica
Máster en Biología Molecular y Biomedicina (en curso)
Profesor Formación Psiconeuroinmunología Clínica Regenera