La fiebre lleva coexistiendo con nosotros más de 600 millones de años a lo largo de la evolución. Es una herramienta que se observa hasta en el reino vegetal. Por ejemplo, la temperatura de las hojas de la planta de frijol Phaseolus vulgaris aumenta alrededor de 2 °C después de la infección con un determinando hongo. Pero, ¿hasta que punto debemos frenar la fiebre?
Animales como reptiles, peces e insectos aumentan su temperatura central durante una infección mediante un cambio en su comportamiento. Esto lleva a los animales a buscar entornos más cálidos, a pesar del riesgo de los depredadores. En el caso de las abejas, elevan la temperatura local de la colmena mediante el aumento de la actividad física. La supervivencia de la iguana del desierto Dipsosaurus Dorsal se ve reducida en un 75% si se evita su conducta de búsqueda de calor para elevar su temperatura central en aproximadamente 2ºC. En este tipo de animales se observa que la conducta de búsqueda de calor se bloquea si se les da antipiréticos, viendo reducida su capacidad de supervivencia.
El incremento de 1 a 4ºC de temperatura corporal en el ser humano se correlaciona con un incremento de su supervicencia
En el ser humano, el incremento de 1 a 4 ºC de temperatura corporal se correlaciona con un incremento de su supervivencia. Probablemente ha sido una herramienta evolutiva tan eficiente que hemos desarrollado el mecanismo para calentarnos sin tener que depender del ambiente exterior. Concretamente se trata del Núcleo Preóptico Mediano. Este, al recibir una determinada señal proinflamatoria, decide activar el incremento de temperatura mediante dos vías:
- La primera vía y principal a través de la producción de Noradrenlina. Esta es una hormona que activa la grasa marrón y hace vasoconstricción de los vasos sanguíneos de las extremidades. La grasa marrón está localizada en la región torácica de nuestro cuerpo y su activación genera un incremento de la temperatura corporal.
- Y la segunda, la Acetilcolina que induce a la activación de la musculatura para provocar el temblor.
El calor dota a nuestro sistema inmune de una gran capacidad para el combate con los microorganismos
Este incremento de la temperatura va a poner en guardia a nuestro sistema inmune mediante:
- Estallido respiratorio. Se caracteriza por un aumento muy violento en la demanda de oxígeno y en el consumo de energía a nivel celular, de ahí su nombre. Es un mecanismo frecuentemente utilizado por las células del sistema inmune para producir compuestos con capacidad microbicida, tales como el peróxido de hidrógeno. Además también va asociado a la activación de los neutrófilos con un gran actividad bacteriolítica.
- Mayor actividad de las células Natural Killer.
- En las células dendríticas genera un incremento de su actividad fagocitadora, de su migración hacia los nódulos linfáticos y de su interacción con las células Thelper.
La incapacidad de incrementar la temperatura corporal inmunodeprime a nuestro sistema inmunitario y nos hace más vulnerables a la afectación de microorganismos y a la proliferación de células tumorales. Por contra, el calor dota a nuestro sistema inmune de una gran capacidad para el combate. En definitiva, “nuestro sistema inmunitario siente el calor”.
Bloquear la fiebre es renunciar a la forma más eficiente de combatir un microorganismo
Como conclusión…
Conociendo toda esta información, casi que no cabe decir que el mejor consejo ante la aparición de fiebre es no bloquearla con ningún tipo de fármaco. Lo que es seguro es que si empezamos a sentir un poco de fiebre tanto en el adulto como el niño e inmediatamente damos un fármaco para frenarla, estamos cometiendo un error. El punto de partida debería de ser quedarnos en casa y descansar para que la fiebre curse su proceso y nos ayude a resolver esta afectación inmunitaria lo antes posible. Bloquearla, por todo lo que hemos explicado, es renunciar a la forma más eficiente de combatir al microorganismo.
Marcar una cifra a partir de la cual se debería de tomar un antipirético, como por ejemplo 39ºC creo que no sería lo más indicado ya que las sensaciones pueden diferir mucho de una persona a otra. Por otro lado, si el origen es desconocido y la fiebre persiste, conviene acudir a urgencias o consultarlo con un profesional.
En próximos post plantearemos aquellos aspectos que pueden interferir en el incremento de la temperatura corporal y cómo poderlos mejorar.
Autor: Carlos Pérez
Graduado en Educación Física y Fisioterapia.
Profesor y co-director del Postgrado Experto Universitario en Psiconeuroinmunología Clínica de Regenera.
Profesor del Máster de Medicina Natural de la Universidad de Santiago de Compostela.
Investigador colaborador en el proyecto Alimentación, microbiota y regulación de la inflamación