Como ya anticipé en la primera parte del post “El amor tiene que llegar a tiempo”, uno de los factores que más influye en este programa de salud y que pocas veces valoramos es la influencia del sistema familiar en el periodo pre-concepción.
Desde que conocí las Constelaciones Familiares de Bert Hellinger, descubrí la importancia del pensamiento sistémico: observar al individuo como parte de la totalidad, en lugar de hacerlo como algo aislado. Eso hace que lo que le ocurra a un miembro de la familia, afecta a todo el sistema familiar. Es lo que acostumbro a llamar: “el efecto de la partida de ajedrez”: el movimiento de una pieza implica a las demás.
En este sentido, observar a la persona en su sentido más global hace que podamos comprender que nuestros apegos conscientes e inconscientes son los que nos conllevan a lograr nuestro propio bienestar.
¿Por qué explico esto? Estamos acostumbrados a que nuestra vida se desarrolle en una especie de clan o tribu. Ahí uno se puede sentir tranquilo, protegido y seguro. De hecho, para poder sobrevivir todos los seres humanos necesitamos pertenecer a algún sistema, y, el más importante es nuestro sistema familiar.
¿Qué pasa dentro de ese clan? Pues hay unas normas, unas leyes o reglas, que son tan importantes que si en alguna ocasión se te ocurre transgredirlas, puede que acabes excluido o rechazado y fuera del sistema. Normas como tener más de un hijo, casarse antes de irte de casa, vivir para trabajar u otras más implícitas que se alimentan de la lealtad. Me explico. Si un sistema se aprovecha de un mantra tan potente como: “Todos somos parte de la familia”, eso perseguirá al resto como una especie de maldición que atrapará a todos los miembros a ser fieles y nunca defraudar al sistema. Así lo define Robert Burns: “La historia es cuestión de supervivencia. Si no tuviéramos pasado, estaríamos desprovistos de la impresión que define nuestro Ser”.
La importancia de poder conseguir aunar nuestra historia de origen, la que venimos tejiendo desde que nacimos, con la nueva que va a suceder a partir de la concepción y que será nuestra nueva familia, nuestro nuevo sistema es tan relevante que o bien puede facilitarnos las cosas o por el contrario amplificar un problema.
Independizarse, individualizarse o separarse de la familia de origen es un tanto paradójico, ya que por un lado sentimos amor y lealtad hacia ella, pero por otro lado, las normas que han estado sujetas desde la infancia siguen latiendo y obligan en muchas ocasiones a tener unas determinadas conductas y actitudes ante la vida. Romper ese vínculo sin ser “La oveja negra de la familia” es, si más no, difícil. Pero a la vez tan difícil como necesario para que el nuevo sobreviva. Vivir nuestra propia vida de adultos con la libertad de tener permiso para adaptarnos es la manera de honrar a nuestro sistema de origen.
La inversión de roles en la familia, como “cuidar a tu padre” hace más difícil dejar ese rol y estar para la nueva familia. No hemos podido ver nuestras necesidades infantiles satisfechas y “siempre” estaremos en su búsqueda.
Ahora, imagina que siempre has cuidado de tu padre. Él, desde siempre, ha estado enfermo y tú, al ser hijo único, has tenido que estar siempre por él, estar pendiente de que se tomara la medicación, de que saliera a pasear, de su alimentación y sus cuidados. Ahora que te has casado y ha nacido tu hijo, sigues teniendo ese rol con tu padre. ¿Qué pasa con tu hijo? Tu mujer demanda tu papel como padre, como marido más que nunca, pero tú en cambio, sigues sin colocar tus necesidades y deseos en orden. Sigues sin priorizar y el problema se amplifica, se agrava.
¿Qué pasaría si, en cambio, cuando nace tu bebé, despiertas, tomas consciencia y decides no repetir la historia? Aquí estás facilitando que tu nuevo sistema, ese niño que acaba de nacer y esa mujer que necesita que estés ahí para ellos, pueda colocarse en el lugar que le corresponde. Podrás tomar el amor que te han entregado tus padres y entregárselo a quién más lo necesita. Tu hijo, tu nuevo sistema, sin que ello signifique dar la espalda a la familia de origen.
Toma consciencia de los mandatos invisibles de tu sistema familiar,
reconoce tus raíces y, como fuente de nutrición emocional, alimenta tus alas.
Autor: Xavi Cañellas
Msc Psiconeuroinmunología Clínica
Msc en Biología Molecular y Biomedicina
Co-autor de los libros Niños Sanos, Adultos Sanos y de Alimentación Prebiótica
Co-director y docente del Postgrado Experto Universitario en Psiconeuroinmunología Clínica de Regenera por la Efhre International University
Investigador colaborador en el proyecto Alimentación, microbiota y regulación de la inflamación en Hospital Josep Trueta de Girona