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Silueta negra en el cielo. Circuito de la recompensa II

El circuito de la Recompensa: Recupéralo y ¡se feliz! Parte II

Como ya adelantábamos en el anterior post, nuestro cerebro funciona con un circuito neurológico de la recompensa (II) tal que, cuando comemos, bebemos, hacemos ejercicio o tenemos contacto físico, nos libera unas hormonas especialmente diseñadas para producirnos bienestar.

Pero debemos recordar la diferencia entre las recompensas naturales y las no naturales. Hoy en día, el uso habitual de fuentes de azúcar (bollería, productos industriales, edulcorantes,…) acompañado de otras carencias nutritivas; la pérdida de la sed de agua; así como el sedentarismo y la desaparición de la líbido, hace que nuestro circuito de la recompensa haya perdido su sensibilidad por las recompensas naturales y reclame de manera constante las no naturales.

 Tras la subida, viene la bajada

Entre ellas, además del azúcar, encontramos también las drogas, el tabaco, el alcohol, la ludopatía, el cibersexo,… Y como ya dijimos, las recompensas no naturales son aquellas que te dan un chute de energía pero que, a continuación, te dan el bajón, y como consecuencia tu cuerpo te pide más para poder volver a sentir esa sensación de bienestar virtual.

En definitiva, que te acabas enganchando con tal de sentir algo de placer, aunque de antemano sabes que eso no te conviene porque  te hace daño y después más dura será la caída. Es como si por la mañana te pusieras un zapato de un número menos para por la noche sentir el placer de quitártelo.

Recuperar nuestras recompensas naturales será la clave para sentir ese equilibrio energético y esa vitalidad que nos ofrezcan un bienestar real. En estos post aprenderás cómo, pero antes de llevarlo a cabo, tienes que tener una cosa en cuenta: la motivación para el cambio va a surgir desde el momento en que haya una necesidad para ello. Es alucinante ver cómo una mujer a la que se plantea una boda a tres meses vista puede conseguir perder peso de forma impresionante, o dejar de fumar en cuanto se queda embarazada.

Busca tus razones ahí al fondo

Es por eso que cada cual debe buscar dentro de sí mismo el motivo por el que quiere generar un cambio. A todo el mundo le gusta verse bien, que le entre la ropa, que le digan piropos… pero sólo con eso no es suficiente. Debes encontrar tu motivación endógena, algo muy relevante para ti que te permita inducir a un cambio de costumbres. Eso sólo se consigue cuando se genera una necesidad perentoria. Entonces aparece la motivación y, por ende, se despierta la voluntad. Si no lo necesitas, si estás bien como estás, ni te lo plantees, de veras: Quédate como estás, porque vas a recaer a la mínima y a volver a tus costumbres automáticamente.

Si consideras que no está no roto, no lo arregles.

Poco a poco se hace más fácil

Eso sí, cuando tengas claro el motivo, plantéate el mínimo cambio, no todo de golpe, porque sería el inicio del fracaso. De todas las posibilidades que te damos, un mínimo cambio puede ser beber más agua en vez de bebidas azucaradas, o bien comer más pescado, verdura, fruta… o bien empezar a hacer ejercicio en ayunas… Pero nunca hacerlo todo de golpe. Uno a uno, vas superando retos, y cuando ya tienes el primero interiorizado, e integrado en tus hábitos de vida, cuando ya no te supone esfuerzo a diario, entonces puedes empezar con otro objetivo, no antes.

JERARQUIA DE CAMBIOS

Primer cambio: “Yo no tengo sed”

Esto es antinatural. Tenemos que recuperar esta maravillosa recompensa natural que supone sentir sed al beber agua. Para ello te planteamos la siguiente estrategia: “La técnica del desierto”.

Imagínate por un momento que pasas tres días en el desierto con un calor sofocante sin poder tomar ni una sola gota de agua. Y el tercer día, muerto de sed, encuentras a un mago que te da a elegir entre agua o cola (sirve poniendo tu bebida favorita), ¿Qué beberías?

Sí, en efecto, elegirías el agua sin lugar a dudas. Y, además, siente por un instante el placer que te llegaría a dar, increíble ¿verdad? Pues bien, esto es lo que pretendemos simular con esta técnica. No hará falta que te vayas al desierto, ni que estés tres días sin beber, ni que aparezca un mago. Se trata de estar un día entero sin beber ningún líquido, ni tomar frutas jugosas ni infusiones ni nada que tenga que ver con hidratación, hasta el final del día, momento épico en que podrás beberte la cantidad de agua que quieras en función de tus necesidades.

Si aparece antes la sensación de sed, podemos adelantar la ingesta de agua pero recomendamos que esta sensación sea fuerte e incluso que, al sentirla, esperemos un rato más para beber con ganas (no vale con un “parece que siento un poquito”). O, al contrario, si al llegar la noche, todavía no ha aparecido, nos podemos esperar al día siguiente. Verás cómo entonces sí que aprecias lo que es la sed de verdad. Esta técnica la puedes practicar una vez cada diez días hasta que sientas que has recuperado la SED.

¿¿Un vaso al día??

Si llevas bebiendo un vaso de agua por día en los últimos diez años, ahora tampoco pasa nada porque planteemos no ingerir ni un líquido durante un día con tal de hacer aparecer la sed. No queremos que bebas agua sorbito a sorbito, con la botella todo el día a tú lado y sin sed porque a la mínima que te olvides lo vas a dejar de hacer.

Advertencia: Que a nadie se le ocurra llevar a cabo esta técnica en pleno mes de agosto, por favor, ya que puede sufrir una deshidratación.

El ejercicio también puede ser de gran ayuda para recuperar la sed. Se trata de no ingerir nada de líquido a lo largo de la actividad física, siempre que ésta no supere la hora de duración, para al final ingerir agua con una bonita sensación de sed. Es decir, para aquellos que no tienen sed, en vez de ir con la botellita e ir dándole sorbos cada 10 minutos, no beberán sino que esperarán al final para beberlo todo de golpe ¡con sed!

En definitiva, en esta primera recompensa el objetivo sería que en tú balance hídrico (cantidad de diferentes líquidos que ingieres) predominara el agua por encima de todo lo demás, exceptuando alguna infusión, algún zumo de frutas y/o verduras. Atención: Para los que quieran perder peso porque con los jugos concentramos la glucosa y eso se transforma más fácilmente en grasa, no abusar de ellos. Se puede tomar algún café puntual (máximo 1 al día) después de la comida, sin azúcar o con miel ecológica si lo necesitas.

El resto de bebidas se recomienda no tomarlas a diario. Dentro de ellas podríamos hacer excepción con el vino, del cual podríamos tomar una copita al día teniendo en cuenta que la suma total de líquidos fuera equilibrada: Entre 1-2 litros de agua al día, de 1 a 3 infusiones (quien quiera más, adelante pero sin endulzar)… y todo ello con sed. Si beber agua te supone ir dándole sorbos cada vez que te acuerdes, es que no lo estás haciendo bien.

Mujer bebiendo agua tras hacer deporte. Circuito de la recompensa (II)

Principales enemigos:

  • El café con leche de la mañana: Si, sabemos que en estos momentos es difícil dejarlo ya que está relacionado con el primer impulso energético matutino. Algo normal, porque estamos en un estado letárgico o en un ambiente inflamatorio, y se convierte en tu única forma de tener energía. Pero ten en cuenta que la suma de buena mañana de café, leche y azúcar es una de las combinaciones que más acidez puede generar en tú estómago. Si no te parece muy difícil, te recomendamos que lo dejes sin más y si “lo necesitas” como el aire, pues antes de tomarlo, come algo de fruta. Y si puede ser, vete pasando al café sin leche y sin azúcar. Una alternativa para ir dejando el azúcar es hacer uso de una miel de calidad. Verás cómo cuando consigas avanzar, rompes el ciclo y recuperas tu energía matutina sin tomar el café ni ningún excitante artificial.
  • Las bebidas azucaradas. Cuando crees que tienes sed y te apetece beber algo azucarado no tienes sed, desengáñate: tienes ganas de azúcar. Si no te apetece el agua, no bebas nada, mejor espera llegar al momento en que aparezca la sed. Esto no va a ser fácil, sobre todo para los que están muy acostumbrados a los carbohidratos refinados, porque a través de la comida o de la bebida van a recurrir a ellos para calmar las situaciones de hipoglucemia o bajada de azúcar que se nos presentan en forma de ansiedad, ganas de picar, de echarte algo a la boca.

Con la introducción de la paleodieta vas a ver como gracias a las grasas buenas puedes ir regulando esta sensación de hambre feroz. Seguiremos en la 3ª parte.

Autor: Carlos Pérez Ramírez

Máster en Psiconeuroinmunología
Profesor Formación Psiconeuroinmunología Clínica Regenera
Autor del Libro: Paleovida

Sobre el autor

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