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Bata de médico y sus herramientas

Un diagnóstico médico puede cronificar al paciente

Migraña, lumbalgia crónica, síndrome femoropatelar, síndrome del intestino irritable, fibromialgia, síndrome de fatiga crónica. Éstas son algunas de las etiquetas más utilizadas en los diagnósticos médicos clásicos.

Se puede realizar un diagnóstico excelente. Pero si le adjudicamos una etiqueta que sentencie al paciente difícilmente lograremos que éste enfile el camino de la curación. Las etiquetas pueden hacer mucho daño. Y es que no es lo mismo decirle a un paciente que tiene lumbalgia, que indicarle que sufre dolor en la zona lumbar. Si recibe el mensaje de que tiene migraña reaccionará de forma muy distinta a si le notificamos un dolor de cabeza.

Lo mismo pasa si le diagnosticamos Síndrome del Intestino Irritable. No pensará ni sentirá lo mismo que si le comunicamos que sufre una inflamación de bajo grado en el intestino. Ya sea por inconsciencia o por dejadez, muchos profesionales de la salud adjudican a sus pacientes etiquetas que podrían evitarse y facilitarían mentalmente el proceso de recuperación.

Una de las bases de Regenera es encontrar el foco del dolor y resolverlo

El caso es que adjudicar a un paciente una etiqueta con el nombre de una enfermedad crónica, equivale a decirle que es de muy larga duración. Que difícilmente se va a curar, que la arrastrará toda la vida. A veces, en algún congreso, alguien da con las palabras exactas. Tenemos que dejar de preguntar qué enfermedad tiene tal paciente y preguntar qué paciente tiene esta enfermedad. Debería ser el lema de todos los profesionales, pero la realidad demuestra que son palabras que se lleva el viento.

El paradigma clásico que utilizan los profesionales de la salud busca paliar los síntomas, pero muy pocas veces se centra en solucionar los mecanismos de acción alterados que llevaron el paciente a enfermar. Peor aún. Los signos y síntomas de alarma son bautizados con un nombre -si es crónico, mejor: más tiempo y medicamentos-. Y a este diagnóstico médico se le asocian a una serie de fármacos.

Las etiquetas pueden ser muy enfermizas

Persona con dolor de vientre

Las etiquetas pueden ayudar a situarse al paciente, pero también pueden ser muy enfermizas. Están en sintonía con un paradigma que trata de equilibrar u ocultar signos y síntomas. Y no sólo es un problema de los profesionales. Muchos pacientes necesitan que les receten. Que les den algo para calmar su malestar aunque sigan sin averiguarse -y menos todavía resolverse- las causas del malestar.

De entrada, las etiquetas no son malas. Como todas las categorías semánticas, permiten que diferentes personas reconozcan un fenómeno. Simplificamos al referirnos a las cosas y, en principio, eso está bien. Los problemas vienen cuando, en este paradigma, el paciente queda relegado u olvidado y los profesionales sólo ven signos y síntomas.

Llegados a este punto, todas las diarreas son iguales, todos los dolores de barriga son iguales, todos las crisis de ansiedad son iguales. Y no es así, por supuesto que no es así. Cada persona es un mundo y cada caso tiene sus particularidades.

Cuando las etiquetas se elevan a síntomas crónicos

Para acabar de empeorarlo, muchas etiquetas se encuadran en la categoría de crónicas. Lógicamente, ello provoca un mayor impacto en los pacientes. A partir de la etiqueta se construyen un estado emocional y físico desde el que se enfrentan al mundo. Si alguien tiene una enfermedad crónica ya no se plantea que ésta pueda tener solución. Es el primer paso para estar enfermo.

La neuromatriz de la homeostasis es el conjunto de zonas cerebrales encargadas del control neuroendrocrinoinmunológico del organismo. Los núcleos cerebrales que controlan esta neuromatriz activan procesos de resolución. Pero si a nivel del sistema límbico se consolida la creencia de estar enfermo, no se activarán procesos de resolución a nivel inmunológico y endocrino. En este caso,  la posibilidad de curarse se reduce muchísimo.

El diagnóstico médico a través de mecanismos de acción

El diagnóstico a través de mecanismos de acción moviliza al paciente a realizar cambios en su vida. Por ejemplo, a  un paciente se le diagnostica sobrecrecimiento de bacterias en el intestino delgado (SIBO). Enseguida le pregunta a su clínico: ¿Qué debo hacer para matar esas bacterias que han crecido más de la cuenta?

Es muy positivo que el diagnóstico motive al paciente hacia el plan terapéutico. Además, el diagnóstico de mecanismos de acción, le permite al paciente entender que sus problemas tienen solución. Y que debe realizar cambios en el estilo de vidaalimentación, ejercicio físico, descanso, estrés, emociones, etc.

Y tu, ¿crees que vivirías igual tus síntomas digestivos ante un diagnóstico de Síndrome de Intestino Irritable, que ante la explicación de que tienes un sobrecrecimiento de bacterias en el intestino delgado?

Autor: David Vargas Barrientos

Graduado en Fisioterapia
Máster en Psiconeuroinmunología
Máster en Psiconeuroinmunología
Máster en Biología Molecular y Biomedicina
Técnico Superior en Dietética y Nutrición (En curso)
Profesor y codirector del Postgrado Experto Universitario en Psiconeuroinmunología Clínica de Regenera.

Sobre el autor

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