La fiebre, los mocos, la diarrea, la inflamación y el dolor son síntomas catalogados como negativos, demonizados. Pero, en realidad, conllevan un beneficio biológico siempre que aparezcan con la intensidad y la duración adecuadas.
El exceso de confort en que vivimos en las sociedades occidentales conlleva situaciones un tanto incongruentes que, más que ayudarnos a mejorar nuestra salud, la empeoran. Actualmente, cuando alguien sufre alguno de estos síntomas, se tiende a hacer todo lo posible para suprimirlos. Esto impide que los procesos biológicos y corporales sigan su curso natural.
Fiebre
Es el cuerpo quien produce la fiebre, no el virus. Si nos ataca un virus, las sustancias del sistema inmune producen la sensación de estar deprimido. Así como el dolor muscular y fiebre. Si entendemos que esto tiene correspondencia, necesitamos no movernos mucho ni consumir demasiada energía. Deberemos generar el ambiente químico y térmico propicio para que el virus no prolifere.
La temperatura corporal ideal para hacer frente a los virus no debería superar los 39,5 grados
Los virus son termosensibles: a mayor temperatura son más débiles y a menor, más fuertes. El cuerpo genera inmunomensajeros como TNF alfa para que suba la temperatura y se cree un entorno más favorable para el humano y menos para el virus.
La temperatura corporal ideal para hacer frente a los virus no debería superar los 39,5 grados. Si el sistema inmume está bien, no suele superase esta temperatura. El problema aparece cuando se ha frenado reiteradamente la temperatura. Entonces, el cuerpo puede subirla aún más o cambiar de estrategia. Con ello, desaparece la capacidad de tener fiebre.
La parte del sistema inmune que se encarga de producir fiebre se llama TH1. Este sistema también es anticancerígeno. Si perdemos la capacidad de producir fiebre, también desaparece parcialmente la capacidad de luchar contra las células cancerígenas. Anulando el principal mecanismo de defensa contra un virus, a la larga, podrán aparecer patologías graves asociadas a ese o a otros virus que no podemos controlar, ya que se frenó la capacidad de luchar contra ellos.
Tener la fiebre perfecta equivaldría a hacer lo que te pide el cuerpo.
- Abrigarse. Al principio, abrigate ayudar al cuerpo a subir la temperatura. Un día y medio, a lo sumo.
- Sensación de tiritar. Después aparece la sensación de tiritar para eliminar calor y el cuerpo toma medidas para bajar la temperatura. Aquí podría ser útil tomar un baño para ayudar a modular la temperatura a la baja. 36 horas de subida y 36 de bajada, esa sería la fiebre sana.
- 36 y 72 horas. Si el sistema inmune está bien y no ha sido frenado de forma sistemática, normalmente esos mecanismos duran entre 36 y 72 horas. Y no se alcanzan temperaturas superiores a 39,5 grados.
- Antitérmicos. No hacen falta antitérmicos. En todo caso dosis pequeñas para modular la temperatura, no bajarla.
Mocos
Su principal función es proteger las vías de entrada de patógenos en las mucosas de nariz. Pero también en oído, boca, aparato digestivo y pulmones. La mucosidad es la primera barrera de defensa, una sustancia que atrapa los virus para que no entren. El moco se encuentra mezclado con el glicocálix. Este es un entramado de glicoproteínas, como una telaraña, que hace que sea complicado penetrar.
Además, el moco atrapa a los patógenos y después disuelve las sustancias tóxicas que producen. Esto funciona así en todos los tejidos epiteliales a excepción de la piel. Siempre tenemos esa red: cuando nos resfriamos, lógicamente, aumenta la producción de moco buscando un efecto antimicrobiano.
El sobreuso de antinióticos es peligroso para el sistema inmune y la microbiota
Los medicamentos mucolíticos normalmente intentan que el moco no se vuelva muy denso para poder eliminarlo. En una infección, el virus genera una respuesta inmunitaria y activa los procesos que aumentan la producción de moco. Se estimulan las citoquinas que incrementan la temperatura con el objetivo de eliminar el virus.
Si no hay una buena capacidad de matar virus en mucosas y expulsarlo, se puede lesionar el tejido epitelial y producirse una sobreinfección. Ya no es el virus, sino bacterias de las mucosas que penetran y disparan la fiebre. En ese momento aparece el riesgo de muerte, siendo necesario recurrir a los antibióticos. Probablemente, este es el único medicamento que cura de verdad. Aunque su sobreuso es peligroso para el sistema inmune y la microbiota.
Diarrea
Otro de los síntomas necesarios es la diarrea. Se trata del primer mecanismo de defensa ante la llegada al cuerpo de algo que no debería haber entrado. Al consumir un alimento en mal estado, genero histamina. Ésta produce ácido clorhídrico en el estómago para intentar matar el microorganismo invasor y activa la salida de cloro en el intestino, haciendo una llamada de sodio y agua, dando lugar a diarrea. La activación de la diarrea por mensaje de alarma, estrés o miedo.
Lo vemos, por ejemplo, en las cebras que, ante una situación de peligro, generan diarrea. El fuerte olor de los excrementos distrae el olfato del depredador. Así mejoran sus probabilidades de supervivencia. ¿Por qué algunos humanos tenemos diarrea en situación de estrés y otros no? Todo depende de la comunicación entre el cerebro y el intestino.
- Diarrea por patógenos. Si el intestino detecta un patógeno, producirá diarrea.
- Por el entorno. Si el cerebro detecta una alarma en el entorno, genera adrenalina y puede llegar a dar diarrea.
- Diarrea por estrés. Si el estrés es suficientemente importante producirá el síntoma, pero no siempre es así.
En muchas ocasiones, el estado basal de inflamación de bajo grado del intestino, es el punto de partida de la alarma bioquímica. Eso provoca que personas en situaciones de estrés laboral por ejemplo, con un aparato digestivo inflamado por una mala alimentación, sufran diarreas de repetición. Si la microbiota intestinal se encuentra en mal estado -disbiosis- y le añado estrés, la alarma bioquímica es mucho mayor. Si le quito el punto de partida y solo hay estrés no hay diarrea. Todo depende del punto de partida del intestino y del grado de intensidad de la alarma.
Más síntomas necesarios
La inflamación y el dolor son otros síntomas necesarios para nuestro cuerpo. Pero, como hacemos con la fiebre, los mocos y la diarrea, nos empeñamos en eliminarlos. Y tu, ¿qué opinas sobre estos síntomas necesarios?
Descubre más sobre ellos en la segunda parte de este post que publicaremos la próxima semana: Síntomas necesarios que han sido demonizados. Parte 2. ¡Estad pendientes!
Autor: David Vargas Barrientos
Graduado en Fisioterapia
Máster en Psiconeuroinmunología
Máster en Psiconeuroinmunología
Máster en Biología Molecular y Biomedicina
Técnico Superior en Dietética y Nutrición (En curso)
Profesor y codirector del Postgrado Experto Universitario en Psiconeuroinmunología Clínica de Regenera.