Niña agarrada a las manos de sus padres

El amor con orden, cura

El amor es como el agua, que sin un cauce o un recipiente que lo contenga, se desparrama. Bert Hellinger, padre de las constelaciones familiares centra su estudio en crear unas leyes para que el amor cure fluya en el seno de la familia, y de ahí nacen Los órdenes del amor. Todo sistema familiar posee una fuerte cohesión interna, por ello es tan importante que en la familia rijan unas leyes y unos órdenes.

Vinculación y derecho a la pertenencia

La primera ley del orden es la vinculación y el derecho a la pertenencia. Todos necesitamos sentirnos vinculados a nuestro sistema familiar. Nacemos y llegamos al mundo no desde la total autonomía, nacemos vinculados a nuestros padres, a nuestro nuevo sistema familiar. Nos sentimos profundamente vinculados con nuestros padres, hermanos e incluso antepasados. Por otra parte, todos tenemos el derecho a sentir que tenemos un lugar en el sistema, que pertenecemos, ya que si esto no es así, y algún miembro es excluido, rechazado u olvidado, el sistema reaccionará y un miembro de una generación posterior se verá afectado por ese hecho. 

Puede ocurrir como en el cuento de “La Bella Durmiente”:

la decinotercera hada, la mala, que no fue invitada, es la primera mujer del rey.

Ella no fue reconocida como tal, por lo que tiene que vengarse mediante un hechizo sobre la niña.

Sí, esto va tan lejos.

Jerarquía en función del orden de llegada al sistema familiar

Un niño dándole un beso a su hermano bebé

La segunda ley habla de la jerarquía en función del orden de llegada al sistema familiar. Es decir que cada cual esté en el lugar que le corresponde.

Que los padres ocupen el lugar de los padres y que los hijos ocupen el lugar de los hijos.

Los padres tendrán prioridad sobre los hijos porque llegaron primero, los hijos prioridad según el orden de llegada. El mayor tendrá prioridad sobre el mediano por haber llegado primero, el segundo prioridad sobre el pequeño por haber llegado después, y así sucesivamente. Una falta a este sistema sería por ejemplo explicarle a nuestra hija pequeña que tenemos una cena y como no nos fiamos de sus hermanos mayores, ella va a ser la responsable para que la noche vaya bien. La pequeña es la pequeña y no debe ocupar el lugar del mayor.

“Con amor, solo con amor, no basta. Tiene que estar en orden.”

Bert Hellinger

Y, finalmente, la tercera ley habla de las dinámicas en el dar y el recibir. Todos los sistemas tienden a equilibrarse. También las relaciones deben mantener un equilibro: yo doy, tú recibes, pero tú también dame para que yo reciba. Ahora bien, equilibrio no es sinónimo de igualdad. Dos claros ejemplos: en la relación entre pareja, sí debe haber un equilibrio basado en el flujo entre iguales, sino la relación no fluiría.

Ahora bien, entre padres e hijos existe un desequilibrio natural. Los padres dan y los hijos reciben. Los padres nos dieron la vida y nos dieron más para poder sobrevivir, y los hijos reciben también más sin tener que devolver su vida a cambio o pagarlo como si de una hipoteca se tratara.  Hipoteca que en muchas ocasiones se traduce a un síntoma o a una enfermedad. ¿Cuántas veces oímos: ay hijo, con lo que he hecho yo por ti? Y sí. Repito, los padres dan más, los hijos reciben para luego poder dar todo aquello que recibieron a su nuevo sistema familiar.

Cuando ocupamos el lugar dentro de nuestro sistema familiar, seremos capaces de salir hacia el camino de la vida con el respaldo de dicho sistema de origen y con el permiso para formar un nuevo sistema: la pareja y la descendencia, estableciendo un nuevo orden con nuevos vínculos.

Y es que el amor con orden es el lenguaje de la vida y el amor sin orden se convierte en una carga. 

“A veces pensamos que la vida nos pertenece, o que podemos hacer con ella lo que queramos. Probablemente es más cierto lo contrario: nosotros somos los que pertenecemos a la vida que, querámoslo o no, tiene sus reglas, llenando de dicha a quien, humildemente, recoge todo de quienes le precedieron, reconoce a todos su lugar y se abre a intercambiar y a transmitir lo recibido. La pretensión de otra cosa solo acarrea, como atestiguan diversas tradiciones, la expulsión del Paraíso”

Bert Hellinger

Autor: Xavi Cañellas

Msc Psiconeuroinmunología Clínica
Msc Biología Molecular y Biomedicina
Co-director de Regenera
Co-autor del libro Niños sanos, adultos sanos y de Alimentación Prebiótica
Investigador colaborador en el proyecto Alimentación, microbiota y regulación de la inflamación

Bibliografía:

  1. El amor del espíritu. Bert Hellinger. Rigden Institut gestalt.
  2. Los órdenes del amor. Bert Hellinger. Ed. Herder
  3. Sin raíces no hay alas. Bertold Ulsamer. Ed. Luciérnaga

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