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La relación entre el sistema inmunológico y los desequilibrios hormonales en la mujer

Si realizamos una rápida búsqueda en internet, encontraremos cientos de consejos sobre cómo comer adecuadamente, hacer más ejercicio y dormir mejor para que nuestro sistema inmunológico funcione de manera óptima. Sin embargo, a menudo se pasa por alto un factor importante para la salud del sistema inmunológico: la salud hormonal.

¿Te gustaría mejorarla?

El sistema inmunológico de la mujer

El sistema inmunológico es el mecanismo de defensa natural encargado de proteger nuestra salud contra enfermedades e infecciones.

Cuando las hormonas se desequilibran, afectan las funciones corporales como el sistema inmunológico, el intestino y muchos otros factores vinculados al desarrollo de enfermedades autoinmunes.

Tener hormonas equilibradas es una pieza clave para tener una inmunidad saludable, y viceversa. Un sistema inmunológico debilitado puede ser indicio de un desequilibrio hormonal. 

En el caso de mujeres, los efectos de las hormonas sexuales en el sistema inmunológico tienen beneficios y riesgos únicos. Según un estudio revisado por expertos en 2018, las mujeres desarrollan una respuesta inmunitaria más fuerte contra antígenos extraños, pero también contra sus propios antígenos. Por este motivo, la mayoría de las enfermedades autoinmunes son más comunes en mujeres que en hombres.

¿Por qué esta diferencia inmunológica entre hombres y mujeres? Posiblemente, sea por la presencia del estrógeno en el sistema inmunológico. Esta hormona puede ser la responsable de que las mujeres suelan tener sistemas inmunológicos más fuertes que los hombres, pero también una mayor incidencia de enfermedades autoinmunitarias.

¿Qué hormonas están relacionadas con el sistema inmunológico?

En primer lugar, es importante destacar que el sistema endocrino y el sistema inmunológico están estrechamente relacionados. Aunque se suelen tratar como sistemas independientes, los desequilibrios hormonales pueden afectar la capacidad del sistema inmunológico para combatir enfermedades y patógenos.

Los desequilibrios hormonales de nuestros niveles de estrógenos, serotonina, cortisol, prolactina y otras hormonas afectan nuestro sistema inmunológico. Pueden contribuir a mantenerlo protegido de enfermedades si están equilibradas o tener un efecto negativo en nuestro sistema inmunológico y provocar reacciones inadecuadas cuando se encuentran en un estado de desequilibrio. 

Veamos algunas de las hormonas clave que afectan nuestra salud inmunológica.

Estrógeno:

El estrógeno tiene un papel importante en la mejora de la respuesta inflamatoria del sistema inmunológico. De acuerdo con contrastadas investigaciones, durante los años reproductivos, cuando los niveles de estrógeno están en su punto más alto, el sistema inmunológico de una mujer suele ser más fuerte. A medida que una mujer entra en la menopausia, los niveles de estrógeno disminuyen y su sistema inmunológico se vuelve más comparable al de un hombre. Por esta razón, algunas mujeres experimentan una disminución en los síntomas autoinmunes después de la menopausia y durante el embarazo, donde predomina la progesterona.

Los receptores de estrógeno se encuentran en los tejidos de todo el cuerpo. Dentro del sistema inmunológico, el estrógeno estimula la función de las células B y T, dos actores clave en la lucha contra los patógenos. Y no solo eso. El estrógeno también ayuda a mantener la salud del corazón, reduce el riesgo de enfermedades cardíacas al promover un flujo sanguíneo saludable y ayuda al sistema inmunológico a defenderse contra las infecciones relacionadas con la aterosclerosis.

Sin embargo, también se corre el riesgo de que el estrógeno estimule demasiado el sistema inmunológico. Este es uno de los problemas asociados a exceso de estrógeno (el desequilibrio hormonal más común en mujeres). 

Para las mujeres con enfermedades autoinmunes, los picos y caídas en los niveles de estrógeno pueden causar brotes o cambios en los síntomas autoinmunes, especialmente durante la montaña rusa hormonal de la perimenopausia.

El exceso de estrógeno en el proceso inmunológico puede llevar a una respuesta autoinmune, donde el sistema inmunológico ataca por error a las propias células del cuerpo.

Por ello, la investigación actual está tratando de responder a esta pregunta y entender por qué las enfermedades autoinmunitarias parecen tener una preferencia por las mujeres. Como ya os mostrábamos en la introducción, una hipótesis es que el estrógeno podría empeorar el proceso inflamatorio del sistema inmunológico, lo que significa que podría aumentar el número de anticuerpos que atacan nuestros tejidos.

Síntomas del exceso de estrógeno

El predominio de estrógeno es uno de los desequilibrios hormonales más comunes y puede ser causado por una producción excesiva de estrógeno o una deficiencia de progesterona. Estos son algunos de sus síntomas:

  • Aumento de peso o incapacidad para perder peso
  • Períodos menstruales abundantes o irregulares
  • Períodos prolongados (>7 días)
  • Dolores de cabeza o migrañas
  • Acné, rosácea
  • Pérdida de cabello
  • Cambios de humor
  • Sensibilidad en los senos
  • Irritabilidad
  • Fibromas uterinos, pólipos
  • Mamas fibroquísticas

Síntomas de la falta de estrógeno

La producción insuficiente de estrógeno también puede causar síntomas incómodos e indeseados. Esto es común en una situación de menopausia temprana (antes de los 40 años), el posparto y en mujeres posmenopáusicas:

  • Sofocos ocasionales (normalmente nocturnos)
  • Depresión
  • Sequedad vaginal
  • Insomnio
  • Incontinencia
  • Pérdida de cabello
  • Adelgazamiento de la piel, envejecimiento prematuro
  • Pérdida de memoria
  • Dolor en las articulaciones
Los sofocos son uno de los síntomas más comunes de la menopausia, que es cuando los ovarios de una mujer disminuyen la producción de estrógeno.
Los sofocos son uno de los síntomas más comunes de la menopausia, que es cuando los ovarios de una mujer disminuyen la producción de estrógeno.

Progesterona:

Aunque solemos asociar la progesterona con una hormona sexual, los receptores de progesterona se encuentran en todo el cuerpo, incluyendo células del sistema inmunológico como macrófagos, células T, células NK y células B, así como células protectoras como células epiteliales, endoteliales y mucosas. Esto significa que la progesterona tiene un impacto más amplio que solo la fertilidad.

En general, podemos decir que la progesterona y el estrógeno suelen tener efectos opuestos en el cuerpo y se equilibran mutuamente para mantener un balance saludable.  Mientras que el estrógeno aumenta la respuesta inmunitaria al promover la inflamación, la progesterona activa las células inmunitarias para reducir la inflamación. Al disminuir la respuesta inflamatoria, activa las células T antiinflamatorias y estimula la reparación de las células mucosas.

Cuando los niveles de progesterona son demasiado bajos, el cuerpo puede experimentar un dominio relativo de estrógeno, lo que activa el sistema inmunológico y puede llevar a problemas autoinmunes. Mantener un equilibrio saludable entre la producción de estrógeno y progesterona es crucial para mantener la inmunidad en el rango adecuado, ni demasiado débil ni demasiado fuerte.

Síntomas del exceso de progesterona

El exceso de progesterona es mucho menos común que otros desequilibrios hormonales. La causa habitual de los síntomas de alto nivel de progesterona es el uso tópico o la administración de progesterona bioidéntica, o bien, el embarazo.

  • Facilidad para llorar y emocionarse
  • Sensibilidad en los senos
  • Irritabilidad
  • Dolor de cabeza
  • Fatiga

Síntomas de baja progesterona

Los síntomas de baja progesterona están estrechamente relacionados con la dominancia de estrógeno. Cuando los niveles de estrógeno son altos y los de progesterona son bajos, los periodos pueden intensificarse rápidamente.

  • Senos fibroquísticos
  • Sangrado a mitad del ciclo
  • Ansiedad
  • Insomnio
  • Irritabilidad
  • Calambres menstruales
  • Periodos intensos o irregulares
  • Periodos cada 3 semanas
  • Sensibilidad en los senos
  • Llorar o sentirse estresada antes del periodo

Cortisol

El cortisol es una hormona que la mayoría de nosotros relacionamos con el estrés. Cuando nos encontramos bajo una situación estresante, nuestro cuerpo produce cortisol para ayudarnos a lidiar con el estrés. Sin embargo, el exceso de cortisol puede tener efectos negativos también en nuestro sistema inmune. Por ejemplo, el aumento de cortisol derivado del estrés psicológico, está relacionado con una mayor susceptibilidad a las enfermedades infecciosas.

En un sistema inmunológico saludable, el cortisol tiene un efecto antiinflamatorio. Activa el sistema nervioso simpático del cuerpo, también conocido como la respuesta de «lucha o huida». Cuando nuestros antepasados huían de un depredador, el cortisol ayudaba a concentrar la energía en correr muy rápido. El cortisol estaba destinado a ayudar a nuestros cuerpos a priorizar la energía para la supervivencia inmediata en situaciones de alto estrés, guardando tareas como la defensa inmunológica, la inflamación o la digestión para después de que pasara la amenaza.

Sin embargo, cuando el estrés se convierte en crónico, el cortisol elevado hace más daño que bien. El estrés crónico causa estragos en la salud, y los niveles crónicamente altos de cortisol pueden hacer que las células inmunitarias ignoren la señalización del cortisol. A medida que el sistema inmunológico se vuelve resistente a las señales antiinflamatorias del cortisol, los niveles de inflamación aumentan sin control. El estrés crónico conduce a una alta inflamación, lo que puede provocar enfermedades autoinmunitarias y otras enfermedades relacionadas con la disfunción inmunitaria.

Además, el estrés crónico agota la serotonina y aumenta la producción de cortisol en lugar de progesterona. Y como vimos anteriormente, la falta de progesterona puede llevar a un estado de dominio relativo del estrógeno, lo que aumenta aún más la inflamación.

La conexión entre el estrógeno, la progesterona y el cortisol

Cuando el estrés, la inflamación o la disfunción inmunológica son altos, tu cuerpo preferirá hacer cortisol para tratar de disminuir la inflamación. El resultado es un cortisol elevado a expensas de la progesterona.

La progesterona se opone naturalmente al estrógeno, o en otras palabras, lo protege de los efectos dañinos del estrógeno. Cuando disminuye la progesterona, el estrógeno queda sin oposición y experimenta lo que se llama una relativa dominancia de estrógeno. Y como hemos visto, un aumento en los niveles de estrógeno puede generar inflamación y autoinmunidad.

En ese momento, nos encontraremos ante una situación donde hay mucho cortisol tratando de disminuir la inflamación y mucho estrógeno tratando de aumentarla. ¿El resultado? Toda esta desregulación hormonal facilita que las enfermedades autoinmunes puedan desencadenarse.

Las glándulas suprarrenales producen las hormonas cortisol, aldosterona, adrenalina y noradrenalina. También producen hormonas que el cuerpo usa para producir hormonas sexuales (estrógeno y testosterona).

Las glándulas suprarrenales producen las hormonas cortisol, aldosterona, adrenalina y noradrenalina. También producen hormonas que el cuerpo usa para producir hormonas sexuales (estrógeno y testosterona).

Oxitocina

La oxitocina es crucial para la evolución y supervivencia humanas. Nos une como tribu y permite una reproducción y crianza saludables. La oxitocina juega un papel vital en la salud de la mujer, desde el orgasmo hasta el parto, la lactancia y mucho más.

El sentimiento de amor y relajación que experimentas cuando abrazas a tus hijos es el resultado de la liberación de oxitocina. Está producida por el hipotálamo en respuesta al contacto físico afectuoso, como los besos, los abrazos, cogerse de la mano con un ser querido o incluso acurrucarte con tu mascota. Promueve la confianza, la conexión, el apego y la relajación. Por eso, también es conocida como la «hormona del amor». 

Desempeña un papel fundamental en el comportamiento social y la reproducción femenina hasta tal punto, que las mujeres tienen más oxitocina que los hombres.

Además de proporcionarnos una sensación de bienestar, la oxitocina disminuye los niveles de cortisol, lo que ayuda a contrarrestar algunos de los efectos perjudiciales que hemos visto que generaba el estrés crónico en nuestra función inmunológica.

Diversos estudios demuestran que los receptores de oxitocina también tienen un papel en la reducción de la inflamación crónica, la promoción de la cicatrización de heridas, el aumento de las defensas inmunitarias e incluso la mejora de la función de los antibióticos.

Todos podemos beneficiarnos de un aumento de la producción de oxitocina en el cerebro. Existen muchas estrategias naturales y altamente placenteras para conseguirlo como por ejemplo, el contacto físico con seres queridos, abrazar a tu mascota, relaciones sanas, practicar yoga o comer chocolate negro (a ser posible por encima del 85%) nos hacen sentir bien y promueven los beneficios de la oxitocina. Además, podemos mantener niveles saludables de oxitocina asegurándonos de consumir suficiente vitamina C, vitamina D y magnesio.

¿Otra excelente manera de aumentar tus niveles de oxitocina? Los orgasmos. Liberan gran cantidad de oxitocina y pueden ser un gran aliado para tu sistema inmunológico.

Serotonina

La serotonina, también conocida como 5-hidroxitriptamina o 5-HT, es una sustancia que funciona como neurotransmisor y como hormona. Es famosa por ser llamada la «molécula de la felicidad» debido a su importante papel en el cerebro, donde regula el estado de ánimo, la felicidad y la ansiedad. Además, también es importante en otros sistemas del cuerpo, como la digestión, el sueño, la inflamación y el sistema inmunológico.

Cuando hay una deficiencia de serotonina, se pueden experimentar problemas como la depresión y la ansiedad. Sin embargo, los efectos de esta sustancia van más allá de los aspectos emocionales. La serotonina también afecta el sistema inmunológico e inflamatorio, ya que activa una variedad de células que poseen receptores de serotonina en todo el cuerpo.

Algunas células inmunológicas, como los mastocitos, los linfocitos T y ciertos tipos de macrófagos, pueden producir serotonina por sí mismos para estimular la respuesta inmunológica. La activación de la serotonina puede aumentar la producción de citocinas, quimiocinas y linfocitos, y reclutar células inmunitarias para que se unan a la lucha donde más se necesiten.

¿Cómo aumentar nuestros niveles de serotonina de forma natural? Tomando un poco de sol durante las primeras y últimas horas del día, realizando ejercicio y teniendo una vida activa, recibiendo masajes, reduciendo nuestro estrés y ¡reduciendo nuestra ingesta de alcohol!. 

También nuestra dieta puede ayudarnos a mejorar nuestros niveles de serotonina. Puedes estar pensando que lo que más feliz te hace es un buen dulce y en modo, tienes razón. El azúcar y los carbohidratos refinados son un chute rápido de serotonina que ofrece alivio instantáneo, pero sin duda es una muy mala estrategia para tu salud emocional. El motivo es que también aumentan el cortisol y contribuyen a la inflamación, lo que acabará afectando a tu estado ánimo pero en sentido opuesto al deseado. No solo no merecerá la pena, sino que, además, empeorará tu salud emocional. En lugar de dulces y procesados, los grandes aliados para tus niveles de serotonina son:

Prolactina

La prolactina es una de las hormonas de las que menos se habla, pero es crítica tanto para hombres como para mujeres. La prolactina es producida por la glándula pituitaria y ayuda con la función sexual, la fertilidad y la lactancia.

Es una hormona que se segrega principalmente durante el embarazo y la lactancia. Su principal función es preparar el cuerpo femenino para la producción de leche materna. Además, fuera del periodo de gestación, se ha observado que tiene un efecto proinflamatorio, lo que significa que incrementa la inflamación y modula varias respuestas del sistema inmunitario.

Durante el embarazo, la prolactina tiene una función inmunitaria importante al ayudar al sistema inmunológico a pasar de un estado de dominancia Th1 a un estado más equilibrado de dominancia Th2. Este cambio es fundamental para permitir que el sistema inmunológico de la mujer acepte el esperma y el feto en lugar de identificarlos como invasores externos. 

El estrés puede conducir a un aumento en los niveles de prolactina. Y altos niveles de esta hormona pueden alterar la secreción normal de estrógeno, lo que explica los problemas con los ciclos menstruales como amenorrea y anovulación.  Las caídas de estrógeno debido a la prolactina alta también explican por qué algunos de los síntomas son similares a los que se experimentan en la menopausia, como sofocos, sudores nocturnos y sequedad vaginal.

El cortisol crónicamente elevado puede arruinar tus hormonas, no solo la prolactina sino también la tiroides, las hormonas sexuales y el azúcar en la sangre.

Como hemos visto en el resto de hormonas, para controlar el estrés, puedes probar el yoga, la meditación, pasar tiempo en la naturaleza o cualquier actividad que te relaje. También puede probar suplementos como magnesio, omega-3 o bien, hierbas adaptogénicas como ashwagandha o rhodiola rosea.

Cómo mejorar tu equilibrio hormonal

Este artículo tenía como objetivo mostrarte la importancia de mantener un balance hormonal adecuado para proteger el sistema inmunológico. Para que esto no suceda, debemos entender las señales que nos envía nuestro cuerpo y actuar ante los síntomas. Pero el consejo esencial es prevenir para no tener que llegar a este punto de desequilibrio. Por ello, queremos terminar este artículo aportándote algunos consejos que pueden serte de gran ayuda.

Ritmos circadianos y salud hormonal

Uno de los factores esenciales para el equilibrio hormonal y del que normalmente se habla muy poco es la importancia de respetar los ritmos circadianos. Normalmente, cuando mencionamos los ritmos circadianos, tendemos a pensar en cómo afectan a nuestros patrones de sueño y vigilia. Sin embargo, su influencia es mucho más amplia y actualmente, está más que demostrado que nuestras hormonas se activan y desactivan de forma coordinada según su exposición a estos ritmos naturales.

Por poneros un ejemplo, las mujeres en trabajos nocturnos, es decir, expuestas a luz artificial y ciclos no naturales de sueño, son más propensas a tener alteraciones que afectaban a su salud hormonal. Entre ellos:

  • Menstruación: pueden tener ciclos irregulares y un mayor riesgo de endometriosis.
  • Ovulación: pueden experimentar desajustes en la liberación de varias hormonas como estradiol, gonadotrofina, melatonina y cortisol.
  • Embarazo: pueden tener una mayor tasa de abortos espontáneos.
  • Parto: pueden tener una mayor probabilidad de dar a luz prematuramente o a bebés con bajo peso al nacer.
En el ritmo circadiano normal, cuando empieza a oscurecer, nuestro cuerpo comienza a aumentar la temperatura corporal periférica y segrega una hormona llamada melatonina, producida por la glándula pineal.
En el ritmo circadiano normal, cuando empieza a oscurecer, nuestro cuerpo comienza a aumentar la temperatura corporal periférica y segrega una hormona llamada melatonina, producida por la glándula pineal.

Consejos esenciales para tu salud hormonal

Además de respetar tus ritmos circadianos, te será de gran ayuda apostar por alimentos que realmente favorecen el equilibrio hormonal y controlar los niveles estrés. ¿Cómo hacerlo? Aunque el equilibrio hormonal depende de factores interrelacionados y complejos, estos sencillos consejos pueden ayudarnos a alcanzar un equilibrio hormonal saludable y a mantener nuestro sistema inmunológico en óptimas condiciones:

  • Mantén una alimentación saludable: Consumir una dieta balanceada rica en frutas, verduras, proteínas magras, y granos enteros puede ayudar a regular los niveles hormonales. Algunos nutrientes, como los ácidos grasos omega-3 y la vitamina D, pueden ser particularmente beneficiosos.
  • Haz ejercicio regularmente: El ejercicio físico nos ayuda a mantener un equilibrio hormonal saludable. Esto puede incluir actividades como correr, nadar, yoga, o incluso simplemente caminar o bailar. Pero mantengamos nuestro cuerpo en movimiento y él nos mantendrá sanos.
  • Duerme lo suficiente: El sueño es vital para la salud hormonal. Trata de tener una rutina de sueño regular y asegúrate de dormir las horas necesarias.  Nuestra recomendación es que cuides tanto las horas como la calidad de las mismas y para ello, te compartimos un sencillo truco: sincroniza tus horas de sueño con tu ritmo circadiano. Es decir, acuéstate con la puesta de sol siempre que esto sea posible. 
  • Exposición al sol: Trata de exponerte a la luz natural durante el día, especialmente por la mañana. La luz del día es una señal importante para tu reloj biológico.
  • Evita los disruptores endocrinos: Son sustancias químicas capaces de alterar el sistema hormonal del organismo humano y generar peligrosos desequilibrios. Mucho cuidado con ellos porque pueden encontrarse en ciertos plásticos y muchos productos de limpieza, cosmética o pesticidas. 
  • Mantén un peso saludable: Todos tenemos distintos tipos de metabolismos. Pero debemos mantenernos dentro de una franja que sea saludable para nuestro organismo. Tener sobrepeso o tener un peso inferior al recomendado puede afectar tus niveles hormonales.
  • Evita el estrés: Como hemos visto, el estrés crónico es uno de los factores más dañinos para el equilibrio hormonal. Técnicas de relajación como la meditación, la respiración profunda y el yoga pueden ser útiles. Sin embargo, estas técnicas solo buscan controlar los síntomas sin abordar la causa fundamental o considerar el origen del estrés. Si es posible, acaba con el estrés desde su origen. 
  • Consulta a un profesional de la salud: Todos los consejos que aquí te aportamos son preventivos. Si sospechas que tienes un desequilibrio hormonal, es importante hablar con un profesional especializado. Estos pueden realizar pruebas para determinar tus niveles de hormonas y proporcionarte un tratamiento personalizado si es necesario.

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