Según estudios realizados por el Ministerio de Sanidad, casi el 60% de la población española ha experimentado síntomas de estrés
Durante mucho tiempo hemos pensado que el estrés es una respuesta corporal ante una percepción de amenaza. Cualquier peligro que afecte a nuestra supervivencia, nos hace reaccionar mediante un complejo repertorio de respuestas adaptativas para recuperarnos. Recientemente, dos referentes en neurofisiología, Bruce McEwan y Achim Peters, dieron un giro a lo que realmente provoca el estrés.
Cómo funciona el estrés
Y es que el gran protagonista del estrés es, sin duda, el sistema nervioso. Y ante una situación de potencial peligro, lo que ocurre es que el cerebro se pregunta cuál es la conducta óptima para salvaguardar la supervivencia.
Si el cerebro conoce esta respuesta, no se activa el eje de estrés, sino que simplemente se lleva a cabo esa conducta. Pero en cambio, cuando la conducta a ejecutar no está clara, el cerebro inicia una cascada de reacciones de protección, sobre todo, de aumento de la energía cerebral (hasta en un 60%) para encontrar la información que le permita decidir de la forma adecuada.
Fíjate que, por tanto, el estrés no lo provoca la situación de peligro en sí, lo provoca LA INCERTIDUMBRE al no disponer de una conducta adecuada para dar respuesta a la situación.
Esto explica, por ejemplo, cómo muchas veces no son efectivas ciertas intervenciones si no entiendes lo que de verdad te ocurre.
Así que, ya sabes que las soluciones no sirven para nada sin el relato adecuado.
El descanso y el estrés
Aunque el impacto del estrés en la mayoría de situaciones y sistemas de nuestro cuerpo es altamente considerable, hoy queremos centrarnos en cómo el estrés de larga duración afecta a nuestro descanso.
Si bien el sueño cumple funciones reguladoras importantes para la salud mental, el estrés prolongado en el tiempo puede favorecer un estado de sobrecargarga alosática que afecta a la neuroplasticidad cerebral y las vías inmunes al estrés.
Varios estudios apuntan a que la relación entre el sueño y el estrés persistente en el cerebro, tiene amplias implicaciones en la comprensión de los trastornos neurológicos desde el desarrollo hasta la degeneración.
GABA y cómo se relaciona con el estrés
GABA (Ácido γ-aminobutírico) es el principal neurotransmisor inhibitorio en el sistema nervioso central.
Su papel principal es reducir la excitabilidad neuronal en todo el sistema nervioso. Además, es un neurotransmisor esencial para el correcto neurodesarrollo del cerebro. Por este motivo, un desequilibrio puede relacionarse con diferentes alteraciones a nivel del sistema nervioso central.
Hoy en día, se sabe que el sistema GABAérico tiene una influencia clave en diferentes situaciones de la vida cotidiana. En particular, tiene efectos positivos sobre el comportamiento y los estados emocionales.
Por ello, es esencial para ayudar a combatir el estrés puntual y las situaciones derivadas de este (como la irritabilidad o los problemas del sueño).
Y es que, según cita un artículo de Nature, este neurotransmisor puede disminuir específicamente los pensamientos no deseados que alimentan el estrés o la ansiedad, ya que la presencia de GABA aumenta las ondas cerebrales asociadas a un estado relajado (ondas alfa) y disminuye las ondas asociadas con el estrés (ondas beta).