Ante un estímulo que pone en peligro nuestra supervivencia, el sistema nervioso siempre va a generar dos tipos de respuesta con el objetivo de restablecer lo antes posible el estado de normalidad.
La primera es una reacción vegetativa, involuntaria, que nosotros no controlamos que nos permite mantenernos en ese estado de desequilibrio mientras generamos la segunda respuesta, que es la voluntaria, la que tiene que ver con nuestro cambio de conducta que definitivamente será lo que nos permitirá volver a un estado de homeostasis.
Así mientras actuamos de forma voluntaria, nuestro sistema vegetativo se adelanta y genera una reacción momentánea.
Por ejemplo ante una situación en la que nuestro cuerpo empieza a padecer calor, lo primero que realizaremos de forma autónoma es empezar a sudar por tal de refrigerarnos. A continuación nosotros de forma voluntaria buscaremos un lugar más fresco y nos mojaremos la cabeza y el cuello con el objetivo de bajar nuestra temperatura corporal. Una vez que pase esto, nuestro cuerpo ya no tendrá la necesidad de continuar sudando.
Así mientras actuamos de forma voluntaria, nuestro sistema vegetativo se adelanta y genera una reacción momentánea a la espera de que mediante el cambio de conducta quede resuelto definitivamente.
Ante estímulos como el calor, el frío, la inflamación o el daño tisular, nuestra conducta voluntaria suele ser coherente y genera una recuperación de la homeostasis. Hasta aquí todo va bien.
Sin embargo hay otros estímulos para los que como señala el Dr. Daniel Lieberman de la Universidad de Harvard, no estamos preparados para tomar una buena decisión a día de hoy.
Se trata de la señal de falta de minerales o de hipoglucemia. Evolutivamente no había posibilidad de tomar una mala decisión ya que no había otra que beber agua y comer alimentos. De la misma manera que cuando uno tenía calor se ponía a la sombra, cuando uno tenía sed bebía agua. Una reacción muy instintiva donde nuestro cerebro consciente casi ni se enteraba.
Pero a día de hoy, si que existe la opción de elegir la bebida y la comida. Y en este sentido, la industria alimentaria nos tiene preparados un amplio surtido de productos azucarados altamente diseñados en gusto, olor, color y sabor totalmente irresistibles. Una trampa para nuestro cerebro dulce1 el cual si se guía por el instinto evolutivo querrá comer azúcar sin parar pero el problema aquí es que será en un contexto de abundancia y mediante productos y no alimentos. Estos productos ni nos hidratarán ni nos alimentarán de tal forma que no podremos recuperar nuestro estado de homeostasis y nuestro sistema vegetativo continuará activo pensando qué narices estamos haciendo.
Peri si ahí va y lo que bebemos son refrescos, no nos hidrataremos y nuestro sistema vegetativo se verá obligado a mantener la retención de líquido y la presión arterial elevada.
Por ejemplo si nuestro cuerpo nos envía una señal de falta de minerales, nuestro sistema autónomo retendrá líquido e incrementará la tensión arterial a la espera de que tomemos la decisión adecuada de hidratarnos con agua. Pero si ahí va y lo que bebemos son refrescos, no nos hidrataremos y nuestro sistema vegetativo se verá obligado a mantener la retención de líquido y la presión arterial elevada. Elegir estos productos para hidratarnos y alimentarnos, sería algo así como tener calor y elegir ponernos al sol a 40ºC abrigados con una manta de lana.
Para lo que en el pasado no nos debíamos de preocupar porque la elección no podía ser inadecuada, a día de hoy debemos de tener el conocimiento para elegir adecuadamente y tomar una buena decisión. Espero que este post sirva para sumar en ese conocimiento y que no caigamos en la trampa.
Autor: Carlos Pérez Ramirez
Graduado en Fisioterapia
Máster en Psiconeuroinmunología Clínica
Profesor y codirector del Postgrado Experto Universitario en Psiconeuroinmunología Clínica de Regenera.
1.- Defínase como aquel cerebro altamente sensible al gusto dulce ya que evolutivamente significa que estamos ante un alimento que es una buena fuente de energía, que brilla por su ausencia y que por ese motivo a pesar de que haya mucha cantidad, hemos de ser capaces de comérnoslo todo ya que se almacenará en forma de grasa asegurándonos la supervivencia.