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El circuito de recompensa del cerebro y las adicciones

El circuito de recompensa cerebral y las Adicciones ¿Cómo recuperarlo?

Existe un sistema que juega un papel crucial en nuestra vida diaria: el circuito de recompensa del cerebro. ¿Alguna vez te has preguntado por qué sientes placer al comer? ¿Qué es lo que nos impulsa a hacer algo incluso cuando sabes que es malo para nosotros? ¿Por qué tenemos adicciones? La respuestas están en el funcionamiento de este circuito cerebral. Y puede que esté afectado y seamos “presas de la adicción”.

Por ello voy a explicarte qué es el circuito de recompensa del cerebro, cómo funciona, por qué es tan influyente en nuestra conducta y qué implicaciones tiene para nuestra salud mental y física. También abordaremos cómo este sistema puede ser manipulado, ya sea de manera consciente o inconsciente, por factores externos como la tecnología, la publicidad y las sustancias químicas adictivas.

🧠 El circuito de recompensa no solo nos motiva a buscar placer, sino que también juega un papel crucial en la toma de decisiones. A menudo, nuestras decisiones no son tan racionales como pensamos y están fuertemente influenciadas por la anticipación de recompensas del cerebro.

¿Qué es el circuito de recompensa del cerebro?

El circuito de recompensa del cerebro es un conjunto de estructuras neuronales interconectadas que se activan cuando experimentamos algo placentero o cuando anticipamos una recompensa. Pero, ¿qué ocurre en nuestro cerebro cuando sentimos placer o satisfacción? El principal neurotransmisor implicado en este proceso es la dopamina, a menudo denominado “el neurotransmisor de la recompensa”. Aunque participan muchas otras como las endorfinas, que en su conjunto son las hormonas de la felicidad de las que hemos hablado.

Cuando realizamos una acción que nuestro cerebro interpreta como positiva, como recibir un halago, comer algo que nos gusta o alcanzar una meta, se libera dopamina en el cerebro. Esta liberación no solo nos hace sentir bien, sino que también refuerza la conducta que llevó a esa sensación, haciéndonos más propensos a repetirla en el futuro.

Este sistema es fundamental para la supervivencia, ya que motiva a los seres vivos a repetir comportamientos que son beneficiosos, como comer, socializar o reproducirse.

Las leyes de la supervivencia están integradas en nuestro cerebro

Hay dos leyes que gobiernan a la especie humana por encima de todas. Son la supervivencia del individuo y la supervivencia de la especie. Para garantizar que en todo momento estamos dispuestos a procurar ambas supervivencias, nuestro cerebro está dotado con un espectacular y complejísimo circuito de recompensa.

💥 El instinto de supervivencia es potentísimo y va más allá de nuestro control.

Y lo hará ante aquellas conductas encaminadas a seguir vivos y perpetuarnos. Lógicamente, hay cuatro grandes recompensas naturales: comer, beber, movimiento y contacto físico. Ahora bien, que esto funcione dependerá de nuestra forma de comer, de beber, de movernos y de cómo concibamos el amor y el sexo. ¿Te imaginas que nuestro cerebro se inflama? ¿Como puede afectar la neuroinflamación a la salud y la toma de decisiones?

El circuito de recompensa: así se “fabrican” las adicciones

El circuito de recompensa del cerebro se activa a través de un proceso que puede dividirse en varias etapas:

  1. Estimulación: Todo comienza con un estímulo, que puede ser externo (como el aroma de una comida deliciosa) o interno (como el recuerdo de una experiencia placentera). Es decir, empieza en nuestros sentidos, al que cada uno tiene más o menos sensibilidad. De esto se encarga la corteza prefrontal, el área del cerebro responsable de la planificación, la toma de decisiones y el control del comportamiento.
  2. Evaluación: El cerebro evalúa este estímulo en función de experiencias pasadas y expectativas. Si el estímulo es percibido como positivo, se activa el circuito de recompensa y nos impulsa a conseguir el propósito.
  3. Liberación de dopamina y endorfinas como respuesta a esta evaluación, hacia el núcleo accumbens. Este se considera una “central de recompensas”, ya que es fundamental en la percepción del placer y la motivación.
  4. Experiencia de placer: Las hormonas actúa en el núcleo accumbens, creando una sensación de placer o satisfacción. Generalmente un pico muy intenso y fuerte, pero con una caída brusca.
  5. Refuerzo: El cerebro almacena la información sobre esta experiencia placentera, asociándola con el estímulo original. Esto aumenta la probabilidad de que busquemos repetir la experiencia en el futuro. La amigdala involucrada en la emociones, ayuda a procesar las experiencias emocionales, lo que influye en cómo percibimos las recompensas. Y el hipocampo ayuda a formar recuerdos asociados con las recompensas.

Perder el control con la comida

La nutrición es capaz de ofrecernos una recompensa maravillosa, probablemente la mejor aunque no la más real. En ello trabaja incansablemente la industria alimentaria cada día. Va a depender en gran medida de los nutrientes y del número de veces que comamos al día. No es lo mismo comer alimentos nutritivos que comer alimentos poco o nada nutritivos (comida chatarra).

Lo primero que hay diferenciar es si tenemos hambre real o hambre emocional. Comer sin hambre implica que tu circuito no ofrezca ningún tipo de recompensa al respecto. Sólo sentimos la necesidad imperiosa de comer algo porque parece que si no lo haces, te vas a morir de hambre (y además suele ser algo dulce, algo para calmar la ansiedad).

Ya podemos anticipar que el azúcar también es una recompensa, claro, pero una recompensa NO natural. Y las recompensas no naturales generan es que te enganches a ellas. Te dan un subidón increíble momentáneo, pero después de la subida, viene la bajada.

Y así pierdes el control, porque dañas tu circuito de recompensas. Lentamente no diferencias recompensas naturales de artificiales. No distingues entre alimento nutritivo y pico de insulina/motivación. Y ya ni hablar de todos los químicos y tóxicos ambientales que dañan nuestra salud y cerebro.

La nutrición es algo que, como todos sabemos, es capaz de ofrecernos una recompensa maravillosa. Pero ello va a depender en gran medida de los nutrientes y de las veces que comamos al día. ¿No habéis tenido nunca esa sensación de sentaros a comer sin hambre? Lo que se denomina comer por comer. Esto implica que tu circuito no ofrezca ningún tipo de recompensa al respecto. O al revés. Sentir la necesidad imperiosa de comer algo porque parece que si no lo haces, te vas a morir. Y además suele ser algo dulce, algo para calmar la ansiedad.

Beber, beber, beber y no hidratarnos

Ingerir líquido se convierte en nuestra primerísima recompensa vital para el sistema de recompensas del cerebro. Pero de nuevo no se trata de cualquier líquido, si no de uno que nos hidrate de verdad. Desgraciadamente la mayor parte del líquido que ingerimos a lo largo del día, es en forma de café, refrescos, leche, zumos artificiales.

También confundimos hambre con sed. Nuestro cuerpo ansía minerales que no le damos por beber agua de mala calidad o pseudo-destilada. Y nos pide comida para obtener minerales de la comida. La sed es maravillosa. Beber agua con sed es increíblemente placentero y saciante. Esto nos generaría una recompensa natural. Pero tristemente es la primera capacidad que hemos perdido.

Haz la prueba. Si te fueras un día a caminar en la montaña, sin nada que beber y después te ofrecieran agua y un refresco ¿qué escogerías? Pues eso: beberías agua y con sed real. Y probablemente serías la persona más feliz del mundo en ese preciso momento.

De hecho es muy habitual es personas que una vez han comido hasta saciarse, sienten un hambre voraz a las pocas horas (generalmente necesitan sucede en la merienda). Pues no es hambre, es sed. Y por supuesto una mala calidad nutritiva en lo que has comido. Más proteína de calidad y más grasas saludables. Comida de verdad.

El movimiento y la recompensa

Y es que su sentido evolutivo es justamente buscar esas fuentes de energía, luchar o escapar del peligro. Todos aquellos que hayan practicado ejercicio alguna vez reconocerán esa sensación de placer. Las endorfinas se liberan durante y después de haber llevado a cabo un esfuerzo físico. Es un alivio para nuestro cuerpo, libera estrés y nos “descomprime”.

🏃‍♂️¿Qué pasa con aquellas personas que no sienten placer cuando hacen ejercicio? Que tienen desconectado este “cable” del sistema de recompensas.

Principalmente el circuito de recompensa se “atrofia” por los hábitos modernos. Por el sedentarismo, por conseguir la comida “sin esfuerzo”, por tener cajones llenos de premios, por rodearse de alimentos detonantes (como el picoteo)… Porque nos ha dejado de costar esfuerzo físico conseguir comida. Algo que lleva millones de años en nuestro ADN.  

Cada vez que comemos nuestro cuerpo se percata de que es hora de recargar energía (la insulina, por ejemplo, es una de las hormonas que da esta señal). En ese momento, nuestro organismo esta gobernado por el sistema nervioso parasimpático, que es aquel que se encarga de hacer la digestión y de modular nuestro sueño. ¿Verdad que, después de una buena comida, lo que apetece es una siesta? Una vez has comido, el movimiento pierde sentido fisiológico. Es que no puedes. Por eso la recompensa natural del acto de moverse se obtiene con la barriga vacía.

El amor, el sexo y el contacto físico

Por supuesto, hay una recompensa básica para la supervivencia de la especie. La que nos perpetúa como especie: el amor y el sexo. Para garantizar la reproducción, el cerebro te regala el orgasmo (uno de los placeres más potentes) y genera un pico de endorfinas brutal para que te guste tanto practicarlo. De hecho, estamos diseñados para que siempre intentemos llegar al orgasmo y premiar así el circuito de recompensa del cerebro. Ya que gracias a ello, aumenta la población, que es lo más arraigado de la superviviencia.

También estaría todo aquello que tiene que ver con el contacto físico. Como el que se establece entre una madre y su bebé -por cierto, clave para el desarrollo del bebé-. Así como todo lo que tiene que ver con abrazos y contacto piel contra piel entre dos personas.

El gran problema es que a la libido la hemos matado por la mala alimentación, por el sobrepeso que nos acompleja, por la inactividad que cada vez nos resta más agilidad, por el miedo al rechazo y a no gustar y a no cumplir… Así que la recompensa de un buen orgasmo con abrazos y besos desaparece o se espacia tanto que perdemos la costumbre. Y solemos cerrar esa “herida emocional” con la comida.

Cuando alguien te diga que el chocolate es más placentero que el sexo, tendrá que saber que es una recompensa NO natural y artificial, frente a una recompensa natural como un orgasmo de verdad.

Las adiciones y la búsqueda de recompensas artificiales

Si no comemos lo que toca, si no bebemos agua con sed, si no tenemos ganas de movernos y además no tenemos libido, tu circuito de la recompensa deja de funcionar favorablemente y eso implicará la búsqueda de recompensas NO naturales. Estas ofrecen un pico de dopamina y endorfinas mayor pero, por desgracia, se adaptan rápidamente y necesitas cada vez más para obtener la misma sensación de placer.

Esto se manifestará en adicciones y una dependencia de recompensas como el azúcar, el alcohol, las drogas, las compras compulsivas, los juegos, el cibersexo sin mediar contacto u otras adicciones varias para llenar nuestras carencias.

Uno de los aspectos más críticos del circuito de recompensa es su implicación en las adicciones. Las sustancias adictivas, como el alcohol, la nicotina, y las drogas, afectan directamente este sistema, manipulando la liberación de dopamina y endorfinas. Por lo tanto, dañan la percepción de recompensa y con el tiempo, el cerebro se vuelve dependiente de estas sustancias para liberar dopamina, lo que lleva a un ciclo de uso compulsivo y difícil de romper. Después de recompensas tan potentes y artificiales, volver a la normalidad nos sabe a poco.

Cada vez que recibimos un “me gusta” en redes sociales, nuestro cerebro lo interpreta como una pequeña recompensa porque validan nuestra forma de vida. En el fondo dejamos que los demás nos digan que está bien y que está mal en nuestras vidas (eso, y el algoritmo).

Cómo restaurar el circuito de la recompensa del cerebro

Todo ello, nos genera entrar en un circuito cerrado en el que hemos perdido el norte. ¿Y qué podemos hacer te preguntarás? Conectar con tu yo real, con tu yo natural y volver a la esencia más pura del ser humano: cuerpo, mente y alma.

Cuantas más recompensas naturales seamos capaces de recuperar, menos recompensas artificiales te pedirá el organismo y menos padecerás por caer en la tentación. Así recuperaras tu circuito de recompensas del cerebro y premiarás lo verdaderamente importante. Tú sencillamente confía en que, aunque tengas escasa energía ahora, poco a poco vas a ir acaparando más fuerzas y más recompensas naturales, los cambios van a ser rápidos y serán la base para todo lo demás.

El primer paso es identificar tus heridas emocionales que te impiden tomar buenas decisiones y que perjudican tu sistema de recompensas del cerebro: problemas familiares, lealtades con el padre o madre, la relación de pareja, el estrés laboral o un trabajo que no nos gusta, la validación social (disparada los últimos años), problemas económicos, falta de amor, círculos tóxicos, etc.

5 consejos para recuperar tu circuito de recompensa

  • En cuanto al movimiento, encuentra un deporte que te guste, cualquier ejercicio que te haga sentirte bien. Vuelve a moverte y a recuperar el esfuerzo por conseguir un premio. Hay un deporte y ejercicio para todo el mundo.
  • No comas todas tus comidas del día sin haber hecho ejercicio primero. Primero sal a caminar, a correr o al gym antes de desayunar, comer o cenar. Reactiva tu recompensa por el movimiento. Me muevo, entonces después como y recibo un premio. Y ya si realizas menos comidas darás un respiro a tu sistema digestivo.
  • Por lo que es también parte fundamental tener orgasmos con nuestra/s pareja/s sexuales. El sexo debe ser de calidad lo más completo y satisfactorio. De calidad, con amor, cariño, etc. Si no… ese posible déficit, lo apaciguaremos en la comida y la cantidad frente a la calidad, en una eterna búsqueda del sexo y el amor más definitivo.
  • Practicar la moderación y resiliencia puede ayudarte a evitar el agotamiento del circuito de recompensa. La meditación y el mindfulness es una de las mejores terapias. A veces, las recompensas no son inmediatas. Aprender a disfrutar del proceso, en lugar de solo enfocarse en el resultado final, ayuda a evitar la frustración.
  • consciente de las influencias externas, ya que la publicidad y la tecnología están diseñadas para captar tu atención utilizando el circuito de recompensa. Saber que nos están manipulando a diario debe hacerte ser más sensible a estímulos que no son naturales.
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Nuestro contenido tiene un fin divulgativo y educativo pero no pretende reemplazar el consejo, diagnóstico o tratamiento de un profesional de la salud cualificado en el contexto de una atención individualizada. Consulta siempre a un profesional sanitario antes de seguir cualquier tratamiento, consumo de suplementos, fármacos, entrenamientos o nuevos hábitos de salud. No nos hacemos responsables por el uso indebido de esta información.

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