En un post anterior vimos la importancia que tiene la fiebre para una respuesta inmunitaria eficiente. En el post de hoy, revisaremos dos mecanismos que pueden provocar su bloqueo o limitación.
Infección por helmintos
El primero es la infección por helmintos (gusanos o lombrices). Debemos de partir de la idea que todos tenemos una representación de estos como parte de la biodiversidad de nuestra flora bacteriana, de la misma forma que también hay hongos y virus. En este caso una presencia adecuada de helmintos se relaciona con una mejor tolerancia alimentaria. El problema lo vamos a encontrar cuando estos helmintos proliferan por encima de los límites adecuados ya sea por la transmisión a través del suelo (soil transmitted helminths), muy habitual en niños, o por la toma de antibióticos que ocasionan un daño en las bacterias comensales (propias) permitiendo su mayor proliferación.
Si se da esta situación de desequilibrio a favor de los helmintos, nuestro sistema inmune activará la respuesta Th2. El objetivo de esta ruta inmunitaria es expulsar a las lombrices mediante la producción de anticuerpos IgE, histamina y eosinófilos. La alergia se caracteriza por presentar esta misma ruta inmunitaria y es que en bastantes ocasiones, más de las que nos pensamos, coexiste una cuadro alérgico con la presencia de lombrices e incluso es el mecanismo que lo desencadena. De hecho, el polen y los ácaros generan también una respuesta Th2 debido a una activación molecular similar al helminto. Otros síntomas parasitarios son el picor generalizado en el cuerpo, especialmente en el cuero cabelludo, prurito anal, bruxismo, rinitis y dermatitis atópica.
Si tenemos una infección parasitaria, con la activación permanente de la vía Th2, tendremos inhibida la producción de fiebre
Pues bien, si nuestro cuerpo tiene activa esta ruta Th2, se va a inhibir la ruta Th1. Esta otra ruta sirve para actuar contra las infecciones víricas y la producción de fiebre es su principal herramienta. Por tanto, si tenemos una infección parasitaria, con la activación permanente de la vía Th2, tendremos inhibida la capacidad de activación de la vía Th1 y así la producción de fiebre. Esto además nos hará más vulnerables para la afectación de virus oportunistas como herpes labial, herpes zóster, esptein barr virus, citomegalovirus, papiloma…
Obesidad
El segundo va a ser la obesidad. El exceso de acumulación de grasa blanca o visceral está correlacionado negativamente con la presencia de grasa marrón. Esta grasa marrón ya la citamos en el anterior post. La definimos como un tejido que encontramos en la región torácica y que juega un papel clave en la producción de temperatura corporal. Entonces, a cuanto más sobrepeso y más acumulación de grasa blanca o visceral, menos presencia de grasa marrón. Y, por tanto, menos eficacia en la producción de fiebre. Se ha relacionado el ejercicio físico intenso y el frío con la mejora de la producción de esta grasa marrón. Parece que un poco de actividad física intensa al “fresquito” de la mañana puede ser una buena herramienta de mejora.
Autor: Carlos Pérez
Graduado en Educación Física y Fisioterapia.
Profesor y co-director del Postgrado Experto Universitario en Psiconeuroinmunología Clínica de Regenera.
Profesor del Máster de Medicina Natural de la Universidad de Santiago de Compostela.
Investigador colaborador en el proyecto Alimentación, microbiota y regulación de la inflamación